miércoles, 11 de abril de 2012

BUENAS NOTICIAS

Los espectadores y los oyentes están hartos de malas noticias, de una actualidad que les encoge el ánimo y les hace temer cada día más por el futuro incierto. Dicen las cifras que siguen alejándose de los telediarios y los informativos radiofónicos, como antes se alejaron de los periódicos, que encima había que pagar, dándole la espalda a una actualidad empeñada en jorobar donde reinan la economía a la deriva, el paro, la inestabilidad y el miedo, las tragedias más o menos naturales, las guerras más o menos encubiertas. Es normal que se intente abrir la veda para la caza y captura de buenas noticias, aunque no estemos en temporada, aunque no se estilen, aunque para ello se tenga que recurrir a elevar la anécdota a categoría, a exagerar, manipular o incluso recurrir a los temas de siempre, tantas veces vistos ya como el de los miles de gatos que habitan en los monumentos más antiguos de Roma, para dedicarles un buen bocado de Telediario, unos minutos robados al lado oscuro, al miedo, al tostón estéril, diario y continuado en que se ha convertido la pugna entre los dos grandes partidos.

Otras veces el camino pasa por el autobombo y la defensa de intereses tan particulares como privados, y en ese saco cabe desde la promoción de nuevos espacios de la propia cadena, a dedicar un cuarto de hora a hablar de Ferrari y de Fernando Alonso para abrir boca de cara al inminente comienzo de un Campeonato mundial cuya rentabilidad televisiva no acaba de ver clara Antena 3, la cadena que se ha zampado La sexta y que en los últimos años se ha caracterizado por el poco interés mostrado a la hora de pujar por los derechos de los grandes acontecimientos deportivos, incluida la Liga de Campeones con sus millonarias audiencias.

Entre gatitos romanos y otras minucias, la televisión muestras sus dotes para sonrojar en esa búsqueda de contenidos amables o tan “felices” como puede ser un programa dedicado a elegir la canción que interpretara en Eurovisión una cantante de medio pelo llamada Pastora Soler, como si esa merienda de negros musical, que esta vez recala en Azerbaiyán, le importase a nadie, a ningún país que no sea verdaderamente emergente y esté necesitado de visibilidad. El nuestro, con la que está cayendo, tiene demasiada, más de la que quisiera. Pero ahí aparece la Igartiburu- siempre ella- montando un sainete destinado a fracasar en su intento de movilizar e ilusionar a los españoles con nuestra posibilidades de éxito en un montaje del que ya deberíamos habernos borrado como han hecho otros, y más después de los últimos y sucesivos fiascos, de haber probado y agotado hasta la vía Friki, la elección popular o la pugna entre cantantes postulantes. ¿Cuando vuelve Buenafuente?. Ya tarda.

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