jueves, 15 de diciembre de 2011

ACTORES Y POLITICOS, MAGNICIDIOS Y RACISMOS

Sabido es que los políticos interpretan, normalmente mal, y que a menudo también mienten. Algunos son de puro atrezzo, perfectamente prescindibles, pero esa era la primera vez que veía sobre el escenario a un actor convertido en político más allá de la escena, a un intérprete profesional, Toni Cantó, recién reconvertido en diputado-sorpresa de ese partido incógnita que todavía es UPYD. Había morbo en el estreno valenciano de “Razas”, montaje multicolor sobre un texto de David Mamet excelente y asombrosamente actual, con tantos elementos de actualidad como para que durante la representación te acordases al menos media docena de veces de asuntos como el protagonizado por el impresentable, sin presunto, otra cosa es que sea violador o no, Strauss Kahn y una mujer emigrante, pobre y negra. También me vino a la cabeza, por asociación profesional, otro actor ilustre que fue John Wilkes Booth, cuya incursión en la historia no fue por la calidad de sus interpretaciones teatrales sino por ser suya la mano asesina que acabó, en un teatro, con el Presidente Lincoln, en un magnicidio que cobra actualidad gracias a la última película dirigida por Robert Redford, La conspiración, que estos días puede verse en los cines y donde el principal protagonista, como en la obra de Cantó, también es abogado.

En la obra que interpreta el diputado Toni Cantó también hay un blanco rico denunciado por un delito sexual por la negra pobre, y a partir de ahí se plantea el conflicto entre razas que no cesa tampoco en Estados Unidos, pese a la presidencia de Obama, y que aquí toma fuerza en tiempos duros porque somos un país relativamente reciente en mezcolanza de razas (tras haber expulsado a judíos y moriscos), y está demostrado, además, que cuando hay escasez se mira y se trata peor al diferente, al distinto, al llegado de fuera. Se diría que siempre parece más culpable de todo lo malo que pueda pasar.

Recuerdo que, cuando era crío, un padre franciscano nos llamó la atención a los de mi pandilla de barrio para que dejásemos tranquilo, para que parásemos de seguirle y observarle como si fuese bicho raro, a un joven seminarista que pasaba por ser el único negro que había en Teruel en ese momento. Éramos más de pueblo que la remolacha y no habíamos visto otros chinos, indios, y negros que Fray Escoba, en el cine, y los de las huchas del Domund. Hoy la multiculturalidad, la mezcla de razas y colores de piel , habita en todos los Terueles y menos Terueles, pero te das cuenta que la convivencia en igualdad y libre de prejuicios sigue siendo una asignatura pendiente, cuando escuchas el resultado de informes como el último de Amnistía Internacional donde se denuncia que los cuerpos policiales españoles siguen actuando demasiadas veces movidos por perfiles raciales que pueden servir en algunos casos, pero ser absolutamente discriminatorios en otros. Si por sistema tendemos a prejuzgar peor, a sospechar más y creer menos a la mujer o al hombre de diferente raza y color, es que el carro de la historia no acaba de estar bien engrasado.

JR BERTOLIN