viernes, 20 de abril de 2012

UN MEDIO IMPLACABLE

“Estoy más que harto y no quiero seguir soportándolo”. El iluminado presentador que interpreta Peter Finch en “Network, un mundo implacable” invita a sus espectadores a que abran las ventanas y griten que ya no pueden más, les incita a que se revelen y de paso sube la audiencia de la cadena que estaba dispuesta a despedirlo hasta el momento en que anunció su intención de suicidarse en pantalla. Algo así, un subidón de esas dimensiones, nos vendría bien en estos momentos en que estamos más que hartos, hasta el pirri, de tanto chorizo, tanto monarca cazador de elefantes, tanto batacazo económico, tan negro futuro, tanto Urdangarín y tanto político trincador, mediocre y profesionalizado en el peor de los sentidos, tanta princesa del pueblo y tanto casposo olfateador de braguetas que se pasea cual reina madre, o reina del mambo, por los platós.

Hay películas que envejecen mal, superadas por la historia, que plantean viejos asuntos que han dejado de interesarnos. No es el caso, desde luego, de la cinta dirigida por Sidney Lumet que ya en el año 1976 mostraba con toda su crudeza las vísceras sangrantes del mundo televisivo, las batallas miserables por la audiencia, la dictadura de un medio que , salvo honrosas excepciones, no hace más que maltratar a una sociedad sumisa y aborregada que traga con todo. Aquí por aquel entonces apenas teníamos dos cadenas, públicas, que a duras penas intentaban dejar de imponer otra dictadura bien distinta a la de las audiencias, pero todo habría de llegar, y vaya si ha llegado.

Personajes como los que interpretan Faye Dunaway o Robert Duvall los hay por docenas, sin duda, en el panorama televisivo español. Lo deben estar pasando francamente mal , incluso peor que el pobre iluminado Peter Finch, en esta desolación informativa en la que, a falta de capital árabe dispuesto a comprarlos, a comprarnos, asistimos a la feroz pelea por el reparto de una escuálida, reseca y agria tarta, de una publicidad menguante. Tal vez sería el momento para anunciar una buena muerte en directo, ahora que Nieves Herrero, curtida en Alcácer, ha vuelto y lo ha hecho de la mano de la tele de la Conferencia Episcopal, porque el concurso de pedos por autonomías sí que está superado por la historia, y los programas de cotilleo recuerdan un cuarto de estar donde se come y se viste con zapatillas, donde con grandes dosis de vulgaridad y un lenguaje con menos de mil palabras, no es extraño enterarte de más cosas sobre el inconveniente tiro en el pie de Felipe Froilan –por ejemplo-que en el informativo de alguna cadena privada. No sólo el Rey- como ha afirmado un diario alemán- todos parecemos metidos en una tormenta de mierda.

miércoles, 11 de abril de 2012

“Este país necesita más alegría literaria”

“El best seller va a matar la literatura”
LA INMORTALIDAD SEGÚN MANUEL VILAS
La novela “los inmortales”, del poeta y escritor aragonés Manuel Vilas, se ha convertido en una de las primeras agradables sorpresas literarias de 2012. Vilas se reconoce y reivindica como hijo del pop, que integra en una sorprendente historia, llena de humor y carga ideológica, por la que desfilan iconos tan universales como Picasso, Juan Pablo II, Dante o Cervantes.
-¿Eso de que eres el escritor con más peligro de España es bueno o malo?
Es profundamente bueno, en el sentido de que peligro en literatura no significa que te vaya a atracar o a morder el escritor, sino que intenta traer aire fresco y renovar.

-¿La elección de inmortales la has hecho por afinidad o por amistades peligrosas?
Me interesaban las iconografías duras, los referentes universales, y por eso salen Hitler y Stalin que todo el mundo sabe quienes son, porque condensan toda la energía histórica. En la novela anterior, “Aire nuestro”, utilice a Elvis Presley como gran icono del pop, porque es incuestionable. En esta aparece más Johnny Cash, que es más desconocido pero sin embargo se ha vuelto transgeneracional y ahora me encuentro a chavales fascinados con el mundo torturado y expresionista de Cash. Me interesa más la cultura pop que cualquier otra, porque ha sido la mía y he crecido con ella, con la música pop, y no reniego de esa formación sino que la integro en mi literatura. Creo que es bueno hacerlo. Los referentes de la cultura que parecen en mi novela son referentes universales: Picasso, Cervantes, Dante , y también hay referentes de la religión como Juan Pablo II o Teresa de Calcuta

-Convertida en Mother T
(Risas). La novela es muy pop, muy Andy Warhol, muy warholiana. Cuando sale Stalin sale como Warhol pinta Mao. Los personajes a veces parecen sacados de una película de Tarantino y hablan como ellos. También sale Juan Carlos I, mucho

-Y Bárbara rey…
Sí, también sale Bárbara Rey, pero eso vamos a dejarlo. Aparece aquello que constituye nuestro presente histórico y nuestra colectividad. A mi me interesa la cultura occidental, que es lo que nos ha constituido. Hay un momento en la novela donde se dice que la vida privada es una fantasía más del capitalismo, y esa poética quiere decir que cuando creemos estar al margen del la historia en nuestro ámbito personal, nos enamoramos, tenemos una familia.., todo eso es lo que el capitalismo te deja que construyas como ficción de tu vida personal. Pienso que no hay nadie que pueda escaparse de todo el sistema de alienación general que estamos viviendo. Eso no significa que no tengamos derecho a ser felices, que lo tenemos, y mis personajes intentan ser felices pese a todo lo que les rodea.

-¿Son felices porque son inmortales?
Son felices porque aman muchísimo la vida. La idea de la inmortalidad es una estrategia para reivindicar la vida. Son enormemente vitalistas, y la inmortalidad surge porque no quieren morir. En la motivación de esta novela está la idea de rebelarme contrala muerte, que es indeseable, un fracaso de la experiencia humana. Debemos reivindicar la longevidad, vivir más, al menos como deseo, como utopia. No sé si en el año 22000, que es cuando comienza la novela, se habrá erradicado la muerte. pero vemos que hay una evolución histórica imparable, que en estos últimos 50 años hemos asistido a unos descubrimientos tecnológicos verdaderamente desafiantes. Aunque los científicos hablen de 140, yo creo que el ser humano puede llegar a vivir 200 años. La idea de la longevidad como conocimiento, capacidad de vivir muchas vidas, como capacidad de acumulación de experiencia, de inteligencia, me parece que es el no va más de la evolución.

Como Houellebeck también te conviertes en personaje y hablas de tus novelas en tu novela
Los dos empleamos la autoficción, que es simplemente la entrada del escritor en la ficción novelística que está construyendo. Es un fenómeno de nuestro tiempo, un síntoma de algo. El mismo nombre del escritor sirve para que se adueñe de la ficción. Es un juego de perspectivas con el lector que tiene algo de lúdico

-¿Camuflar la carga ideológica no significa que no exista?
Mi novela es profundamente política e ideológica. Creo que la novela ha de tener un sustrato político, porque somos seres sociales y colectivos, nadie vive sólo. Una novela que refleje nuestra colectividad tendrá que serlo necesariamente, aunque la política aparentemente no aparezca explícitamente para nada, pero implícitamente siempre está.

¿Corman, el último comunista, gustará a los penúltimos comunistas de 2012?
Creo que si. Mi personaje, Corman Martínez, que es el último comunista al que se le aparece Stalin, es un recordatorio de que si bien el marxismo como teoría política está desactivado, acabado, como teoría filosófica y crítica del capitalismo sigue estando vigente. Lo que pasa es que ese recordatorio que hago de esa vigencia del marxismo como filosofía capaz de criticar al capitalismo, lo hago desde tonos pops y humorísticos.

-¿Una obra sorprendente y fresca frente a tanta novela histórica e historia trillada?
Este país necesita más alegría literaria. Somos 47 millones de habitantes y nos podemos permitir e lujo de que haya mucho y de todo, pero no sé si está dispuesto a admitir una gran variedad literaria como hay una gran variedad de marcas de cervezas o de ginebra. Quiero tener la esperanza de que sí, de que literariamente admita todo tipo de propuestas. El best seller va a matar a la literatura, porque la arrincona, porque no es literatura. Un autor de best seller parece que es un escritor de verdad, pero es un comerciante

¿No te conformas con convertirte en un escritor de culto?
Para nada, en absoluto. Quiero tener cien mil lectores, pero lectores literarios. Espero que este país dé lectores literarios. Porque significará que hemos dado un salto evolutivo en la especie. El caso de Javier Marías o de Roberto bolaños, que son escritores ultra literarios y tiene miles de lectores, es esperanzador.
JR GARCIA BERTOLIN

BUENAS NOTICIAS

Los espectadores y los oyentes están hartos de malas noticias, de una actualidad que les encoge el ánimo y les hace temer cada día más por el futuro incierto. Dicen las cifras que siguen alejándose de los telediarios y los informativos radiofónicos, como antes se alejaron de los periódicos, que encima había que pagar, dándole la espalda a una actualidad empeñada en jorobar donde reinan la economía a la deriva, el paro, la inestabilidad y el miedo, las tragedias más o menos naturales, las guerras más o menos encubiertas. Es normal que se intente abrir la veda para la caza y captura de buenas noticias, aunque no estemos en temporada, aunque no se estilen, aunque para ello se tenga que recurrir a elevar la anécdota a categoría, a exagerar, manipular o incluso recurrir a los temas de siempre, tantas veces vistos ya como el de los miles de gatos que habitan en los monumentos más antiguos de Roma, para dedicarles un buen bocado de Telediario, unos minutos robados al lado oscuro, al miedo, al tostón estéril, diario y continuado en que se ha convertido la pugna entre los dos grandes partidos.

Otras veces el camino pasa por el autobombo y la defensa de intereses tan particulares como privados, y en ese saco cabe desde la promoción de nuevos espacios de la propia cadena, a dedicar un cuarto de hora a hablar de Ferrari y de Fernando Alonso para abrir boca de cara al inminente comienzo de un Campeonato mundial cuya rentabilidad televisiva no acaba de ver clara Antena 3, la cadena que se ha zampado La sexta y que en los últimos años se ha caracterizado por el poco interés mostrado a la hora de pujar por los derechos de los grandes acontecimientos deportivos, incluida la Liga de Campeones con sus millonarias audiencias.

Entre gatitos romanos y otras minucias, la televisión muestras sus dotes para sonrojar en esa búsqueda de contenidos amables o tan “felices” como puede ser un programa dedicado a elegir la canción que interpretara en Eurovisión una cantante de medio pelo llamada Pastora Soler, como si esa merienda de negros musical, que esta vez recala en Azerbaiyán, le importase a nadie, a ningún país que no sea verdaderamente emergente y esté necesitado de visibilidad. El nuestro, con la que está cayendo, tiene demasiada, más de la que quisiera. Pero ahí aparece la Igartiburu- siempre ella- montando un sainete destinado a fracasar en su intento de movilizar e ilusionar a los españoles con nuestra posibilidades de éxito en un montaje del que ya deberíamos habernos borrado como han hecho otros, y más después de los últimos y sucesivos fiascos, de haber probado y agotado hasta la vía Friki, la elección popular o la pugna entre cantantes postulantes. ¿Cuando vuelve Buenafuente?. Ya tarda.

BUEN ROLLLITO EN EL PURGATORIO TELEVISIVO

¡Qué buen rollito¡ En “Número Uno” no caben cabrones como ese Risto Mejide, asesino de ilusiones, puteador de aspirantes a estrella, no, en el nuevo concurso de Antena 3 todo es de color, desde el modelo de la presentadora sobreactuada Paula Vázquez, Igartiburu de las privadas, hasta Ana , la de Mecano, que va vestida “To-(R)-Roja” y pasada de botox en esa misión de jurado que es amigo, coleguilla, consejero, donde le acompañan un Bosé de llanto fácil y asomos seniles, Natalia Jiménez , el incombustible Sergio Dalma, y Bustamante, triunfito triunfador, que sabe lo que es pasar por un chou-concurso para hacerse famoso y que te despedacen los de Sálvame.

Metidos como estamos en un purgatorio televisivo que cada día se parece más al infierno, este nuevo espacio estrella por un lado navega a contracorriente en poderío de medios: 500 espectadores en plató, despliegue de producción para seleccionar candidatos entre miles de españoles que tienen o creen tener talento, ritmo, buena voz, dotes para ser “Número 1”, cinco “consagrados” en nómina ejerciendo de jurados y seleccionadores… y, por otro, no deja de ser un refrito de “Operación Triunfo” pero sin academia, enseñando menos el proceso de selección y preparación de temas, pocas oportunidades de que los descartados desparramen y ,eso sí, con bastante más música y un nivel aceptable de calidad de los participantes. De “Número uno” saldrá algún talento que perdurará en el tiempo dentro del convulso y arruinado panorama músical Carne de descarga en Internet.

Existiendo como existe una línea divisoria televisiva- además de la que cada uno particularmente tiene- que separa la dignidad de la indignidad, es justo decir que “Número Uno” no es , al menos, un programa indigno, un espacio donde haya mucho de lo que avergonzarse. En su primera entrega, esta nuevo descendiente del ya antiquísimo “Lluvia de estrellas” logró alcanzar una cuota de audiencia del 21%, que es muchísimo en tiempos de fraccionamiento TDT. Pero que nadie se haga ilusiones- ni siquiera Sergio Dalma-: nada indica que su éxito vaya a marcar un regreso de los programas musicales, y no me refiero a espacios como “Tu si que vales”, con esa búsqueda de lo exótico, del titiriterismo, el esperpento y la rareza, aunque en la primera criba se hayan colado una niña que, a falta de Ortodoncia, versiona con gusto a los Beatles, un abuelo cantante de 72 años, una soprano con hechuras de Montserrat Caballé o un andrógino de voz privilegiada. Biodiversidad en pos del estrellato.

Es posible que en próximas entregas los responsables del nuevo programa/concurso musical afinen algunos detalles o continúen añadiendo ingredientes como el de que un cantante de éxito, como Pablo Alborán el día del estreno, además de cantar tenga la oportunidad de salvar a un concursante. Igual se les ocurre poner una plataforma /agujero por la que desaparezcan los descartados, como en el “Ahora caigo” que presenta Arturo Valls.

EL AMARILLO LAVA MÁS BLANCO

Hay muchas cadenas, generalistas y de las otras, pero sólo una promete al espectador la recuperación del verdadero espíritu de la Semana Santa, sólo Canal 13, que viste de amarillo papal y vaticano, anuncia recogimiento, espiritualidad, pasión, muerte y resurrección. Puestos a prometer, también promete recuperar “el buen gusto por la tele”, y para ello anuncia-¡Vaya semanita!-venga y venga retransmisión de procesiones, desde Málaga a Valladolid, pasando por Tordesillas, y liturgias varias, dentro de esa programación que dice respetar a todos pero ,sobre todo, “cree en los que creen”. Sus películas, a menudo bélicas y llenas de personajes muy poco cristianos, son tan antiguas que merecerían una prueba del carbono catorce para datarlas adecuadamente, pero al mismo tiempo es un canal moderno y lleno de ideas frescas. Para demostrarlo abre un concurso invitando a la audiencia a que envíe mensajes de felicitación a su santidad Benedicto XVI, que cumple años el día 16, y el que resulte agraciado obtendrá como premio-cómo no- ¡un viaje a Roma!

Nada que objetar a esta nueva alternativa televisiva confesional que en el primer domingo de abril se marca una TV movie protagonizada por el anterior Papa, el polaco Karol, al que presentan como una suerte de superhéroe que lo mismo luchaba contra el nazismo que contra el comunismo. Pura vida ejemplar y de santo. Y es que esta nueva cadena donde lo amarillo es más que amarillismo pregona la defensa de los valores humanos, de la dignidad, de la pluralidad, pero al mismo tiempo no se corta en rescatar a la lamentable periodista Nieves Herrero, cuya actuación profesional tras el triple crimen de Alcácer (¿quién dijo aquello de sabremos perdonar pero no olvidar?) marcó un antes y un después, tristísimo, imborrable, en la deriva de la televisión en España hacia vergüenza, la bazofia y la pura mierda. También ha sacado del baúl de los recuerdos a ese vasquito tan buen chico, Ramón García, que bajo el amparo de la Santa Sede tal vez se atreva a lucir, como hacía antaño entre campanadas, su españolísima capa, y ha repescado a nuestra muy valenciana Inés Ballester tras su tránsito-comparsa por Cine de barrio.

Dice ser un televisión abierta, plural y limpia que en su proclama y declaración de principios echa mano de aquello tan manido del “humanismo cristiano”, que lo mismo sirve para cinco rotos que para media docena de descosidos televisivos, pero sus informativos desprenden un persistente tufo a naftalina y son mayormente escorados y tendenciosos, cocinados al punto y al gusto de una iglesia oficial que tira a Rouco Varela y a reaccionaria. A pesar de todo, será difícil que me resista a recalar en Canal 13 de cuando en cuando, en busca de viejos títulos que ya nadie más que ellos, tan humanos y tan cristianos, parecen dispuestos a emitir. Os imagináis volver a encontrarse con “Molokai, la isla maldita” , con el Padre Damian y sus leprosos, alguna cinta de milagros cojonudos como el Fátima o el de Lourdes, o incluso con “Marcelino pan y vino”. ¡Eso si que sería Semana Santa!