(Publicado en Cartelera Turia)
Cuando leas estas líneas
ya se habrá dicho casi todo sobre una Gala de los Goya, la 27, que ha
sido además la cuarta más vista de la historia de estos cabezones tan
nuestros y tan codiciados. El director del hospital donde murió la
madre de Candela Peña habrá salido a la palestra para negar que no
hubiese mantas ni agua suficiente para los enfermos, y la cúpula del
PP para decir que no le parece bien que se aproveche esa gran noche
del cine español para protestar de todo y darle caña al Gobierno y al
ministro de Cultura, que además ha tenido la deferencia de ir a dar la
cara y llevarse los gorrazos. El PSOE se manifestará,en una mezcla de
convicción e interés, justo en sentido contrario, proclamando que hay
que dejar que estos artistas se desfoguen a sus anchas y digan lo que
les dé la gana. Se seguirá hablando del pequeño/gran error de Adriana
Ugarte y Carlos Santos que por unos segundos convirtió en ganadores de
un Goya a quienes no lo eran, de la contundente intervención de Maribel
Verdú cuando recogió el galardón a la mejor actriz, arremetió contra
los desahucios e hizo suyo el el mejor espíritu Costa Gavras de El
capital, de la contundencia de Bardem defendiendo el Sahara libre y
recordando que a esa gente los españoles les vendimos vivos, de si la
fina ironía de Eva Hache es más o menos fina que la que desplegaban los
añorados Buenafuente y Rosa María Sardá, de toda la caña que se dio a
favor de la sanidad y la educación públicas.
Se hablará de la victoria
de Blancanieves frente a Lo imposible por diez a cinco, de los
merecidos reconocimientos que logró “Grupo 7”, de lo novedoso que
resulta que las películas de animación ya no sólo ganen el Goya a la
mejor película de animación, de la elegancia con que Fernando Trueba
se marchó de vacío, de la cara de zombie de uno de los cubanos que
recogió el premio concedido a Juan de los muertos, una película de
zombies habaneros que “hacen de todo sin tener de nada”, de la
irrupción de Corbacho francotirador... Pero sobre todas las cosas
quedará en el aire esa hermosa sensación que en los Goya de 2013 el
cine español, el mundo del cine español, se reivindicó frente a eso
necios que no saben rectificar, como hicieron en Portugal y Holanda, y
retirar la subida del IVA que va a estrangular todavía más al mundo
de la cultura en general y la cinematográfico en particular. Ey, que no
somos el enemigo, que hay que seguir haciendo películas grandes,
medianas y pequeñas, como dijo Bayona. El Presidente de la Academia
estuvo tan sembrado que hasta la destinataria del Goya de Honor,
Concha Velasco, no se cortó en felicitarle : “Qué discurso, Macho”.
Justo el que necesitaba una industria que en Estados Unidos es la
segunda más poderosa y rentable, hasta el punto de que existen
entidades bancarias cuya única misión es facilitar capital para que
puedan rodarse películas gracias a las que todos conocemos Nueva York
incluso antes de haber ido, mientras que aquí se sienten abandonados
por el gobierno del Partido Popular y su televisión pública. González
Macho, que llegó al cargo con un perfil mucho más bajo y más
empresarial que algunos de sus predecesores, deja para la historia de
los Goya y del cine español una intervención llena de frases cargadas
de sentido y de verdad, complemento de los gestos y palabras que
marcaron una noche tan reivindicativa como inolvidable en la que
triunfó una película muda, en blanco y negro y con titulo de cuento.