martes, 20 de septiembre de 2011

Cuando el deporte celebra la libertad.POR FAVOR, UNA MEDALLA PARA LITUANIA

Tres mil personas celebrando en la calle la medalla de oro de España en el Eurobasket 2011 no está mal, pero no parecen muchos cuando recuerdo las terrazas de los bares, cafés y restaurantes de Kaunas en una agradable noche de agosto. Era sólo un amistoso previo contra Eslovenia, pero estaban abarrotados de lituanos que lo vivían con una admirable pasión ante el televisor, como un gran acontecimiento preludio de los que habrían de llegar en ese torneo que para una pequeña república báltica que a lo largo de su reciente historia ha sabido mucho más de tristeza, ocupación, tortura, genocidio, guetos, guerras y guerrillas que de alegrías y triunfos. Bien por España, por supuesto, pero después de ver y sentir en los días previos como ese pueblo amable y encantador se disponía a celebrar el Eurobasket Lietuva 2011 lamento que no se hayan llevado ninguna medalla.

Cuando llegue a Lituana procedente de Letonia y antes de Estonia, que no hay tres países en el mundo que vayan más juntos, asociados y unidos en la memoria colectiva que esos, desconocía que iba a encontrarme a un país en “Estado de basket”, convertido en una gran cancha de baloncesto, con fotos de todos los jugadores de su selección en el mobiliario urbano y todos los escaparates llenos de camisetas, mascotas, mecheros y ambientadores que evocaban la gran cita. En Kaunas, donde se vive con mayor intensidad este deporte, pero también en Vilnius, la hermosa capital, la inminencia del Eurobasket era omnipresente y feliz a golpe de fanfarrias, pelotas gigantes ante las catedrales y trofeos de mates en las calles. Hasta el terrible Museo del Genocidio y de las Víctimas acogía una exposición de viejas fotografías y documentos que ponían en evidencia que los lituanos han amado y practicado el basket incluso en los campos de trabajo donde Stalin confinó a miles de ellos por su oposición a un régimen soviético que tuvo un trato brutal hacia este pueblo.

SABONIS Y LA URSS

Después de enmudecer al ver las salas de interrogatorios, las salas de ejecuciones, las celdas de confinamientos, las herramientas para torturar, los aparatos para vigilar, para espiar, las fotos y hasta la ropa de hombres, mujeres y niños asesinados por resistirse al poder soviético y su ocupación, por ser católicos, o por nada, los retratos de los patriotas guerrilleros que reivindicaron desde los espesos bosques el derecho de Lituania a ser libre tras la derrota del nazismo, emocionaban melancólicamente las imágenes de equipos mal uniformados y peor alimentados que encontraron en el baloncesto un alivio a su condena, su cautiverio y sus penas

Existe una mística y una leyenda sobre el arraigo del basket en Estados Unidos, especialmente entre la población de raza negra, pero no creo que Lituania, con apenas 3.300.000 habitantes, se quede atrás. Es el gran deporte nacional, el que tiene mayor arraigo y apoyo de toda la población, lo que sin duda ha añadido dureza a la derrota inesperada contra Macedonia que les privó de pelear por las medallas.

Invito a un acercamiento a la historia de Lituania durante el siglo XX, a los avatares de un país que ha sufrido los embates y en el que han metido sus zarpas Polonia, Alemania y, sobre todo, la Unión Soviética, hasta 1991. Tal vez eso ayude a entender que para los Lituanos, los lietuvos, como de alguna forma ocurrió en Sudáfrica o incluso aquí en el mundial de fútbol del 82, donde tampoco nos comimos una rosca deportivamente hablando, era la gran oportunidad de mostrarse al mundo, tras un periodo largo y difícil, como una nación libre, independiente y democrática que ha sabido modernizarse, abrirse, transformarse. La gran cita del Eurobasket para poder decirle al mundo: ¡Aquí estamos y así somos!.

PARQUE TEMÁTICO CON CERTIFICADO DE SOVIÉTICO POR UN DÍA

A pesar del turismo, de la irrupción de marcas y consumo, el pasado comunista sigue en el recuerdo de los lituanos, también en el baloncesto, donde su héroe nacional y mejor jugador de todos los tiempos, Arvydas Sabonis, logró sus grandes medallas como parte del equipo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, precisamente en unos años que han inspirado un insólito parque temático situado a 25 kilómetros de Vilnius, la capital, que se llama “1984. El drama de la supervivencia”, en el que se propone al visitante, nada más y nada menos, que vivir la experiencia de volver al pasado, de probar en carne propia por unas horas el mundo soviético, su forma de vida dentro de un auténtico búnker soviético excavado cinco metro bajo tierra.

Nada que ver la Lituania deportiva, amable y deseosa de darse a conocer, con ese mundo en negro y gris que es evocado en un parque temático donde el visitante es recibido por guardias con perros y, después de despedirse de sus objetos personales, dinero, cámara fotográfica y teléfono móvil, se debe vestir con un traje soviético que se llama “vatnik”, también gris y muy parecido a los tristes batines franela y algodón que hicieron furor entre las españoles durante el franquismo, para sumergirse durante dos horas en la tensa y extraña vida de un ciudadano soviético. A cinco metros de profundidad, debajo de bloques de hormigón será guiado por laberintos, verá los programas de televisión y las tiendas del año 1984, será interrogado en una oficina de la KGB, aprenderá el himno de la URSS y se acostumbrará a llevar máscara de gas”. Al final dejará el búnker con un certificado de asistencia

Recuerdo haberme pavoneado ante una bella muchacha lituana, en Kaunas, donde el baloncesto forma parte de la vida, de que España iba a ganar. Me contestó, serena y hermosa, que no lo tendría fácil. Hoy me acuerdo de ella y me alegro de haber avanzado el enorme y rotundo triunfo de los nuestros, pero nada me hubiese gustado más que ver como Litunia-Lietuva conseguía alguna de las otras dos.