martes, 25 de enero de 2011

CANAPÉ-RAPTORS



Escribía Francisco Umbral en los albores de los 90 que una persona que manejase bien la agenda social madrileña podía comer gratis todos los días del año en la capital de España. Cuando lo dijo los dinosaurios ya se habían extinguido de la tierra en su mayor parte, pero una especie había logrado sobrevivir por su gran capacidad para adaptarse al medio urbano, los “Canaperaptors”, con los que ni siquiera ha logrado acabar esta brutal crisis que nos golpea. Siguen estando allí donde haya cuchipanda, un ágape, un coctel, un vino español, un aperitivo institucional, un papeo de gorra, donde todavía no se ha puesto definitivamente coto al canapé ni a las empresas de catering. Para verlos en acción, para poder apreciar sus movimientos felinos, su ágil y mortal danza en torno a bandejas y camareros, para estremecerse con sus ataques certeros, con su engullir en tres tiempos una pieza tras otra, sin atragantarse, sin escupir la mitad, basta con acudir a cualquier celebración, presentación o estreno cuya partida contemple unos cuantos euros para comprar delicatessen, o al menos kilo y medio de queso y jamón en lonchas.

En la Valencia abierta y hospitalaria, tierra de generosa tradición canapera, tienen su hábitat unos cuantos ejemplares, tan pródigos como canosos, de esta especie depredadora y bien capaz de sostener con sólo dos manos, y sin perder el equilibrio, un catálogo, un libro institucional, el abrigo, la cartera, una empanadilla, la copa, una empanadilla de queso y espinacas y uno o varios pinchos de dátil con beicon. ¡Prodigioso!. Sus habilidades cazadoras y devoradoras están bien testadas, mucho más que cualquier capacidad como periodistas, artistas plásticos o escritores. De profesión canapé-raptors, especialistas en papeos de gorra, en desarrollar ese instinto para distinguir en las agendas del día de Valencia y sus confines, aquellas convocatorias nutritivas. El olfato para la pitanza es su más agudo sentido.

El mundo científico debate sobre si el canapé-raptor es una especie en vías de extinción o esta garantizada su supervivencia. Se diría que en los tiempos que corren sus posibilidades de perpetuarse no son muchas, pero entre la manada de la alegre muchachada con el 42 por ciento de desempleo pueden encontrarse ejemplares jóvenes que apuntan maneras dentro de una evolución natural que les lleva a modificar gustos y preferencias, a valorar más el beber gratis total que el comer por la cara. Pocas palabras hay tan gratas y mágicas para ellos como las que se unen para formar “barra libre”

Los canapé-raptors viven al filo de lo imposible y saben que no son gratos pero sí temidos. Profundamente omnívoros y de fácil digerir, pero al mismo tiempo adictos al omeprazol, han logrado desarrollar una admirable capacidad para simular que atienden cuando el orador habla, que les interesa lo que su interlocutor les cuenta, mientras su atención está únicamente focalizada en la puerta por la que inician su paseíllo las presas con bandeja, a la s que no darán ninguna oportunidad.

JR GARCÍA BERTOLÍN

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