domingo, 17 de noviembre de 2013

CATARSIS

Todavía estábamos enviando mensajes de felicitación por la sentencia de nulidad cuando se supo que el paso siguiente  no era la readmisión de los despedidos del ERE sino la decisión brutal de cerrar RTVV. A partir de ahí una semana trepidante, de impresionante catarsis,  de verdades a medias, de silencios cómplices, de opiniones interesadas, de datos contradictorios, de comportamientos humanos que dejan  más dudas que los de de algunos capitanes generales en el golpe de estado del 23-F.  Se ha  dicho y escrito tanto que cuesta añadir algo novedoso después de esos dias vividos  tan peligrosamente en la radio y la televisión públicas valencianas, al filo del precipicio, con la urgencia del reo condenado que busca desesperadamente la salvación en el indulto,  de esos días de un noviembre triste y caluroso que nos dejan más audiencia y más pluralidad de la que RTVV había tenido en la última década, y hasta un debate en directo donde participaron los cuatro partidos con representación en Les Corts.

Catarsis, clamor, manifestación, asamblearismo  y hasta bolchevismo, según alguno de esos medios que asisten más gozosos que tristes a  la sentencia de muerte de un ente que  traicionó desde el primer día todos los buenos y encomiables objetivos para los que fue creado. Presentan unos la candidatura a los despojos, a los huesos con sabor a cadáver y toda la casquería fina que va a dejar esparcida este óbito, recordando que ellos también tienen una tele con programas en valenciano para lo que sea menester y gusten mandar, mientras otros califican como “triste y necesario” el cierre de una empresa con la que se embolsaban  1.200 euros mensuales por participar en cuatro debates semanales y soltar otras tantas  vaguedades plebiscitarias a favor del poder pagador  junto a otros de su misma cuerda. Cuando   el loador de Zaplana, y especialmente de Camps, venía de fuera, de más allá de Almansa, el pago incluía como suplemento una comida en Presidencia para ponerse de acuerdo, todos juntos en comandita,sobre  por dónde exactamente había que darle caña al mono opositor.


Ha habido soflamas, navajeo, vendetas, recordatorios, mítines, gritos de rebeldía y también de miedo,  una nutrida manifestación en la que más de la mitad de los asistentes como público normal, sin peto rojo, sin un puesto de trabajo que se va al garete, hacía años que no veíamos esa  televisión fulera con una historia tan reprochable, llena de  enchufismo, de acosadores y metemanos, de comisarios y comisionistas, de mangantes y despilfarradores, de incompetentes supinos, de  secretos y mentiras. La televisión donde la visita de un Papa fue utilizada para trincar, donde la emisión de un programa de Mar Flores no se interrumpió al conocerse los atentados del 11 M, donde Barbara Rey tuvo programa y Julián Lago cobraba figurantes al teléfono a precio de redactores. Una televisión provinciana en el peor de los sentidos, pacata, mentirosa,  nula en objetividad, manipuladora, pero nada de eso formaba parte de ningún pecado original sino de la capacidad humana para arruinarlo todo. Por eso estábamos allí, para pedir que los reyes del derroche,los que han logrado que los chascarrillos de Wyoming sobre tanto desacato valenciano ya casi no nos hagan gracia,  no perpetren, argumentando falta de dinero, el que Fabra no ha  querido conseguir o el que Montoro no ha querido darle,  el asesinato  de una ilusión colectiva que ellos, y nadie más ellos, han malbaratado con alevosía y desprecio a todos, también a la inmensa mayoría de los trabajadores de RTVV.

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