martes, 16 de octubre de 2012

LORENZO:¿EXISTEN PICOLETOS COMO VIRGI Y BEVILACQUA?



Desde hace 14 años, cuando leí su primer libro de la saga Bevilacqua, “El lejano país de los estanques”, finalista del Premio Nadal, cuando tuve la suerte de entrevistar por primera vez a su siempre afable e interesante autor, han sido docenas las personas a las que he recomendado las sucesivas obras escritas por Lorenzo Silva que tienen como protagonistas a esa pareja de picoletos, sin duda insólita, que forman el ahora sargento Belilacqua y la cabo Virgina Chamorro. La mayoría han hecho caso omiso, y en no pocas ocasiones la respuesta ha venido de la mano del escepticismo e incluso de la burla. -



-¿Cómo? ¿Una novela protagonizada por dos guardias civiles? Anda ya…Este Berto se ha pasado. ¡Mira que recomendar una de picoletos, con toda la literatura buena que hay!



Pues sí, dos estupendos beneméritos guardias civiles, jóvenes, listos, medianamente cultos y leídos, sobre todo en lo suyo, bien preparados, criminológicamente científicos, guapos (especialmente después de verlos encarnados en Ingrid Rubio y Roberto Enríquez en la adaptación cinematográfica que Patricia Ferreira hizo de “El alquimista impaciente”, la segunda novela de la saga), distantes y críticos, aunque obedientes, con sus superiores, y mucho más, infinitamente más, Civiles que Guardias.



Tengo para mí que la mayoría de las veces esa recomendación ha caído en el saco roto que, por razones más que comprensibles, en muchas personas ha despertado y sigue despertando la Guardia Civil, ese cuerpo militarizado que no dudó en traicionar la legalidad Republicana cuantas veces pudo, baluarte de la represión franquista, de la guerra a muerte contra el maquis, de las palizas en el cuartel de turno a los humillados y vencidos o a los hambrientos de las posguerra , del Caso Almería…, hasta llegar al esperpéntico ¡Se sienten, coño! Del golpista Tejero y los suyos. El tricornio como símbolo y enseña de mal fario



Pese a ello he seguido insistiendo, recomendando esos libros, incluso para aquellos que no leen mucho y buscan cosas relativamente ligeras. Durante casi dos décadas he tenido la suerte de poder seguir entrevistando a Lorenzo Silva, flamante Premio Planeta, madrileño de Carabanchel y Getafe emigrado a Barcelona por amor, tras la publicación de cada una de sus novelas. Las otras: El nombre de los nuestros, Carta blanca, El blog del inquisidor…, y también las de la saga Bevilacqua, cada vez más sólida e interesante, con más calado literario, policial y extra policial, hasta llegar a esta, “La marca del meridiano” que lo ha convertido en “Autor Planeta” después de haber logrado antes el Nadal o el Premio Ojo Crítico.



El lejano país de los estanques, El alquimista impaciente, La niebla y la doncella, Nadie Vale más que otro, La reina sin espejo o La estrategia del agua, las novelas anteriores de la serie protagonizada por Bevilacqua y Chamorro (que incluso han tenido la oportunidad de ascender en el cuerpo del “Todo por la patria” en ese tránsito de 14 años). En cada nueva oportunidad de media hora de interrogatorio para la Turia no he podido evitar la tentación de preguntarle si de verdad de la buena, piensa, cree, que en la rancia Guardia Civil existen realmente agentes como sus dos protagonistas literarios. Incluso, en broma, le he llegado a acusar de ser algo así como el “Mister proper” de la Benemérita institución armada, de haber reunido méritos más que suficientes para que lo hagan “Picoleto de honor” por su empeño en lavarle la cara, tan bien, con tanta maestría, con tanta gracia e interés, a ese cuerpo que mantiene en su estructura y funcionamiento impresentables atavismo y anacronismos.



Me alegro infinitamente de este Premio Planeta para Lorenzo Silva, el abogado de una compañía eléctrica que lo dejó todo para dedicarse en cuerpo y alma a la literatura y sus aledaños. A ver si ahora algunos os animáis a entrar en el mundo de Chamorro y Bevilacqua, buena novela policiaca. Hacedlo libres de prejuicios, por favor, pensando acaso que ellos representan La Guardia Civil eficiente, profesional, eficaz, que sin duda desearíamos tener los demócratas, porque para eso la pagamos con nuestros impuestos. Con muchos como ellos este sería sin duda un país mejor



JR BERTOLÍN

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