lunes, 30 de agosto de 2010

MOTORIZADOS

MOTORIZADOS

Entre las imágenes que impresionaron mi niñez, a las que me aferro con memoria de tísico más o menos convencido de que la verdadera patria, incluso la más triste, es la infancia, recuerdo aquella salida multitudinaria de los trabajadores de la fábrica Segarra de Vall de Uxò (los que fabricaron los zapatos que deformaron mis pies y los de varios millones de españoles) cabalgando sobre sus pequeñas motocicletas. Eran cientos, o acaso unos pocos miles, y todos compartían los mismos modelos y marcas de cabagaldura motorizada de baja cilindrada: Gimson, Torrot, Derbi...

Esa avalancha de motocicletas – ¡había más que en todo Teruel, y juntas!- impactó mi retina hasta el punto de poderla recuperar miles de kilómetros y más de 40 años después, nada más tocar suelo vietnamita, en el asombro occidental ante las oleadas de motos convertidas en protagonistas del paisaje urbano, una verdadera corriente continua de seres humanos motorizados llegando de cada cruce, de cada calle, de cada dirección Un vietnamita una moto, Onda, Suzuki, japonesas pero fabricadas allí y vendidas a partir de 500 dólares, menos de la mitad de lo que nos cuestan a nosotros, dentro de una planificación estatal que a los objetivos de electricidad, sanidad, educación y libertad de culto para toda una población muy joven de 86 millones de habitantes, ha añadido con acierto esta posibilidad de autonomía y libertad de movimientos. Los ricos, los generales y los prebostes del Partido, no obstante, suelen ir en Lexus o Toyota de gama alta.

Millones de motos circulando casi sin reglas, en un todo vale que me hizo rememorar los momentos felices en que aquí aun no multaban por ir dos a lomos de un Vespino, de forma que los que no teníamos podíamos al menos viajar de paquete. Los vietnamitas no sufren ese problema, y en muy pocos días deja de sorprenderte ver familias enteras, con padre, madre y dos hijos, compartiendo motos que no parecen tener más de 75 centímetros cúbicos. Te llaman la atención si uno de los niños, por ejemplo, va con cuna incorporada o con un gotero desplegado como antena camino del hospital, o si además de los tres o cuatro pasajeros racionales, la moto transporta también un par de cerdos vivos próximos al centenar de kilos y estratégicamente acomodados en popa dentro de sendas jaulas metálicas. Quien dice dos cerdos dice varias cajas llenas de patos, cualquier clase de abultada mercadería, también la más frágil., o un tercer niño que viaja de pie en un espacio imposible al que entre Buda y Confucio le otorgan el don de una elasticidad más que virtual.

All the people moving en esa república socialista y motera donde casi todo es copiado, donde los cascos dan risa y parecen de juguete, cuando no son exactamente un viejo gorro de combatiente del Vietcong. Todo vale en ese país con forma de longaniza estirada sobre la Cochinchina, donde las motos parecen ser tan importantes en las vidas de las personas como lo era la bicicleta de aquella película de Vittorio de Sica, “Ladrón de bicicletas”, una de las que más me ha hecho llorar en esta vida.

Motos y más motos, también para trasladar mochileros, de dos en dos o de tres en tres, a la fiesta de madrugada en la playa de la bella ciudad de Hoy An, para arrastrar el tuc tuc de cualquier lugar a cualquier parte, para ofrecer toda clase de servicios. Un espectáculo humano y constante, un reflejo de la vitalidad de una sociedad que lucha para olvidar y superar el viejo dolor, una alegría para el viajero que contempla y alucina.
Un paisaje urbano lleno de movimiento en el que resulta inimaginable una calle sin cientos de motos y motoristas que se tapan con máscaras para ser más guapos siendo más blancos, con sus endebles y coquetos cascos pintados con marcas de moda. Cascos falsos de Armani, Gucci o D&G, en un país comunista y asiático de moteros valientes que no se arredran ante la monzónica tromba de agua de cada día. Apenas unos segundos para sacar el chubasquero, individual o familiar, tapar a los ocupantes, y vuelta a la carretera. Auténtico on the road asiático, fantástico y cotidiano tryp allí donde un pueblo conduce sobre moto sus ganas de vivir y conquistar el futuro. Brrrrmmmm, brrrmmmmm

JR GARCIA BERTOLIN

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