jueves, 8 de abril de 2010

EL DIOS DE LAS CORRIDAS Y LAS PULGAS

Aquella señora más repija que pija, de fina estampa y hechuras de Barrio de Salamanca, salía en pleno éxtasis por la Puerta Grande de Las Ventas sin tener que haberse jugado la vida ante un toro ni necesidad alguna de concluir, como Manuel Benítez El Cordobés, que “más cornadas da el hambre”. Cuando le asaltó el periodista para preguntarle que le había parecido su ídolo José Tomás (no confundir con el sastre del Caso Gurtel de idéntico nombre y apellido) en aquella tarde de gloria y cuatro orejas, miró bien fijo a cámara, como si ella también fuese a entra a matar, y respondió con una tajante frase para la historia. ¡Dios toreando!


Esa sentencia divina y celestial de Dios encarnado en un torero tan artista como tirando a suicida, me asaltó otra vez la cabeza cuando un comentarista contenido como Sergio Sauca, después del tercer o cuarto gol de la noche del pequeño argentino apodado “La pulga”, no se cortó ni un duro al exclamar para más de ocho millones de espectadores que “si Dios fuese futbolista se llamaría Messi”, se encarnaría en ese chaval de verbo a veces incomprensible después de haber bajado del cielo en calzón corto y camiseta. La entrada de “la pulga”en la divinidad, el asalto a los cielos, al menos a los mediáticos, tras su goleada, era ratificada al día siguiente por un rotativo francés que aseguraba , refiriéndose al futbolista que anuncia natillas, que “Dios vive en Cataluña”


Nos han fallado los políticos, los príncipes, al juez Garzón van a apartarle de la carrera judicial, los periodistas nos hemos dejado casi toda nuestra credibilidad por el camino y otros casi siete mil se han dejado también el puesto de trabajo, pero no se ha extinguido en la raza de los hombres la eterna aspiración de llegar a ser dioses. A nadie debe caberle duda alguna de que Dios , si le da la gana, puede estar en todas partes. Ni siquiera hacen faltas estudios, ni masters, ni un verbo florido, ni belleza, ni glamour. Es capaz de moverse entre picadores de puya contundente, banderilleros y matadores, entre utilleros, árbitros y jugadores antófagos e isótropos, seres con la propiedad de moverse igual en todas las direcciones. Es el Dios de las corridas y las Pulgas, de las cuatro orejas y los cuatro goles divinos de la muerte, que diría la pija repija del principio.

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